Decía el destacado historiador jareño Dr. Jiménez de Gregorio refiriéndose al origen de la palabra que da nombre a la comarca de la Jara: "El término árabe Chá'ra, que da Xara, Jara y significa "tierra cubierta de jara", "selva", "bosque", "bosquecillo", "matorral". Cuando los invasores almohades la recorren la llaman Xara, en el sentido de "breñal", "desierto", "lugar inhóspito". Y a nosotros nos apetece quedarnos con esa última idea, añadiendo que la Jara es además un espacio geográfico que excede lo físico y se concreta en lo mental. La Jara es ese espacio indefinido, bellísimo, con mil posibilidades para descubrir y disfrutar.
El embalse de Navalcán en época de estiaje. En los veranos prolongados, emerge el bosque de tocones que un día fueron fiel soporte de uno de los doseles forestales más importantes de España. Hoy el embalse de Navalcán enclavado en pleno Valle del Tiétar, es un espacio con un enorme valor paisajístico donde la biodiversidad del Guadyerbas y el Tiétar brillan con luz propia.
Entre Alcaudete y Belvís de la Jara, ambos bellos municipios que dan acceso a la personalísima comarca de la Jara, se originan paisajes como el de la imagen. La mano del hombre moldea desde hace miles de años un entorno que se ha transformado en paisaje cultural. Queda como mudo testigo "El médico" que brindaba fresca sombra a hombres y bestias mientras extraían el sustento de la tierra con el sudor de su frente.
En la Jara Baja se salpican suaves paisajes de olivares y trigales, preludio de la más montuosa y agreste Jara Alta. En primavera, quizá la estación más hermosa, las cunetas se embellecen con miles de flores de cientos de especies, manto multicolor sobre tierras ocres: rojo amapola, azul chupamieles...La imagen está tomada junto a la Población de Santa Ana de Pusa (Toledo)
En noviembre, la vida inverna en el interior de esta chopera del oeste de la provincia de Toledo, situada en el TM de Oropesa. Las últimas hojas doradas se resisten a caer, hace tiempo les abandonó la mascarada del verde de la clorofila. Aún así, pese a la condición aséptica de estas arboledas propiciadas por el ser humano, con sus filas uniformes de troncos rectos, se vislumbra lo que pronto está por venir: la vida.